Qué pálidas hojas sin memoria
surcan el contorno sin sentido
de labios agrietados de recuerdos
y sonrisas incrustadas de dolor...
En palabras arrastradas como barro
se acurrucan indefensas ilusiones que agonizan
y en consabida simetría de promesas
olvidamos lo soñado
en la ceguera absurda de los miedos.
¿Qué perfil de esperas
encendió de vida nuestras venas?
¿Qué silueta acostumbrada
fue sombra en el espejo
al despertar esta mañana?
En la duda irremediable, la existencia.
En la mirada febril del credo
el rincón escogido del destino,
donde en la coherencia de los locos
acunamos para siempre
la cordura desquiciada del que ama.
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