Esclavo enrojecido de pasión,
destino de dolor inevitable
que encarcela tu pecho dominante...
...reinado erguido como mástil en mi tiempo detenido.
Contornean tus dedos mi vida sorprendida
y no agotan las palabras poseídas
el deseo inmaculado de servirte.
Arribo en tu Nilo solitario buscando beberte
y amanezco en las telas poderosas que te cubren
y disfrazan el hombre-niño que desnudo.
En siglos de escucharte acompaño sin reclamos
melodías de noches con insomnio
donde dudas de albedrío y de poder
atormentan tu frágil y tenaz supervivencia.
Estas? No siempre... pero temo tu silencio...
Me abrazas con los brazos de tu reino
y no se ahogan mis sentidos...
Cómo eternizar nuestro deseo astral,
cómo no sufrir el abandono del tiempo
que inexorable avanza descuidado...?
Sé de tu amor,
y mis callados anhelos rodeando el rostro conocido...
Qué fatal puñalada en el seno del pasado
arremete mis sentidos y no logro alcanzarte?
Tu, emperador del universo,
solo a mi me tienes amarrado del roce sincero
en la fuente nocturna y cristalina
que fundió mi camino sobre tus pasos...
Y sin embargo,
no quiero durar sin estaciones a tu lado
y ensayo en tus memorias
inmortalizar el instante del génesis,
mil veces evocado.
Escondes tu miedo
e inútiles rituales visten de honores
el sagrado destino que intentas dominar.
Estoy en ti,
tu conquista de dios-humano me posee y lo sabes...
Debo grabar mi joven imagen,
perpetuar mi amor perfecto como estatua helena,
y evadir ver en tus ojos la costumbre de mis besos...
En mi muerte hallarías con desvelos
el misterio del alma tanta veces buscada
y ya nada podría alejarme de la tuya...
Tu vejez amada recordará mi cuerpo y mi mirada
y tal vez el fuego de hoy nos reencuentre
en un tiempo desconocido y sin finales
donde las caricias de mi amo y esclavo
penetren por fin en el espacio infinito
de mi ánima servil...
Este poema fue un sueño o tal vez un gran deseo de realidad... fue un libro, una historia, un amor, una entrega y un final.
ResponderEliminarEste poema es parte de mi vida como lo son quienes viven en él...
Si, si, así es.............. y será por siempre.
ResponderEliminarMagistral epístola de un hombre enamorado a otro que le amaba con igual o mayor pasión.
ResponderEliminarRealmente, quien fue emperador no fue Adriano, fue Antínoo que se convirtió en el señor y tirano de amor del corazón de ese emperador romano tan amante del mundo griego.
Tu poema es un acto de virtuosismo lírico, MªCecilia, impregado de unos profundos sentimientos que solo quien se ha metido en la piel de Antínoo, puede oir los latidos de esas emociones.
Mi admiración y enhorabuena.
Gracias por visitar mi blog, lo cual agradezco porque me ha dado la oportunidad de conocder tu interesante espacio, al cual seguiré encantada.
Saludos cordiales.
Muchísimas Gracias Marisa!!! tus palabras me alegran tanto como me halagan!!
ResponderEliminarSin duda yo también seguiré tu blog y estaremos conectadas a través de este medio de comunicación maravilloso que es el arte.
Un beso grande, Cecilia
Tu virtuosismo lìrico tuve la suerte de conocerlo hace ya varios años, convirtièndome en una admiradora eterna de tu gran inspiraciòn.
ResponderEliminarSobre " Epistola de Antinoo a Adriano" que puedo decir! solo quien ha amado con igual intensidad puede interpretarlo tan magistralmente.
Gabriela R.
La epístola me recuerda mucho a esa historia de amor del libro de Marguerite Yourcenar. Allí Adriano intenta poner es perspectiva su amor por el joven; en tu poema, Adriano deja su sello verdadero, la profundidad de lo que fue el egipcio en su vida. Muy bueno, te felicito!
ResponderEliminarGracias Alejandro!! si, leer el libro de Yourcenar fue muy intenso para mí, por la gran historia de amor y por todo lo que yo sentí por ella, me marcó tan profundo que fue inevitable escribir este poema. Me alegro mucho que te haya gustado! Un gran beso de mi parte y gracias por leerme!
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